Hace unos días, en directo, ante toda España, fue mordido por un escorpión mientras se desnudaba en la mesa de ‘Crónicas marcianas’. Se llama Pablo Sebastian y es uno de los personajes más imitados de la tele desde que se hizo famoso acompañando con su piano las tonadillas que cantaban José Manuel Parada y sus invitados de ‘Cine de barrio’. En esta entrevista, Pablo Sebastian confirma que su relación con Parada se ha interrumpido, aunque todavía no sabe por qué.
Desde un principio, José Manuel Parada y él se profesaron cariño y admiración mutuas, pero algo parece haber cambiado desde que Pablo Sebastian, el famosísimo pianista de Cine de barrio, empezó a salir en Crónicas marcianas. Se fue calentando el ambiente entre ellos cuando Pablo –que además de ser pianista de primer nivel es actor, un showman tal vez eclipsado por Parada, que hasta ahora le había quitado toda posibilidad de volar por sí mismo–, semana a semana, se convertía en una cara habitual del programa. Pronto vino el remate final, cuando el público del espacio rey de la noche asistió asombrado a la escena de un Pablo Sebastian desnudándose hasta quedar con un simple tanga mientras su cuerpo era recorrido por un escorpión. El bicho le picó, lo que le provocó fiebre durante unos cuantos días, “y me dejó una marca del tamaño de un euro…”, cuenta Sebastian. Aquella escena disparó la audiencia del programa. “Al día siguiente Sardá repitió las imágenes y se interesó por mi salud. Lo estaba pasando francamente mal, por eso yo le agradecí ese gesto” .
Sebastian no se cansa de repetir que admira y respeta a José Manuel Parada; pero a partir de la famosa noche de la picadura del escorpión la relación Sebastian-Parada terminó de helarse, y ahora pasa por una auténtica glaciación. “Yo no creo haber hecho nada malo; tengo las cintas grabadas y en ellas se ve que obré correctamente al mencionar a Parada –se excusa el pianista–. Me picaron, y con picaduras humanas, que son las que más duelen, para que me metiera con Parada, pero el trato que tuve hacia él fue exquisito. A lo mejor le molestaron los comentarios que hicieron los otros invitados, o las posteriores imitaciones de las que ha sido objeto desde aquella noche… Pero yo no sabía que nada de esto iba a ocurrir. A mí también me imitan y estoy tan agradecido”.
—¿Qué ha pasado, Pablo? ¿Al ir a ‘Crónicas marcianas’ de esa guisa no sabía la que se le venía encima?
—Yo no. A mí me invitan a un programa y voy, ¿qué voy a temer? Antes que nada quiero decir que lo del escorpión no fue ninguna broma: me picó y estuve bastante pachucho. Hoy por fin he podido volver al gimnasio, que es mi gran vicio. Pasó lo que pasó y, entonces, ¿quién iba a hacer ‘zapping’ con un hombre serio como soy yo, el educado pianista de ‘Cine de barrio’, allí, casi desnudo mientras era picado por un escorpión? Las cosas ocurren sin pensarlas, fuera de guión. Nadie le dijo al escorpión que me picara, ni tampoco nadie pensó, y yo el primero, que iban a meterse con Parada.
—¿Nos lo tenemos que creer de verdad?
—Hombre, faltaría más. ¿ Quieres que te enseñe la herida? Muchos conocidos trataron de comerme el coco diciéndome que tenía que denunciar esa situación, pero en absoluto, no: fue algo totalmente fortuito. Yo casi estoy bien del todo.
—¿Qué nos dice acerca de la noticia publicada que asegura que Parada ha roto con usted?
—Hoy por hoy no he recibido ninguna notificación. Se han puesto palabras en mi boca que yo no he dicho…
—¿No cree que a Parada le ha podido molestar algo de su aparición en ‘Crónicas marcianas’?
—Si hay algo que le molestó, no será por ninguna de mis palabras, gestos o apreciaciones, ya que en ningún momento me referí a él en forma ofensiva. Tampoco creo que le haya ofendido que mostrase mi cuerpo, porque ¿qué le puede importar a Parada mi cuerpo?
—¿Y el que usted aparezca y desaparezca de ‘Cine de barrio’?
—Parada un día me llama y otro no. No tenemos contrato de exclusividad. Él puede poner en ese piano a quien quiera y yo puedo ir al programa que más me convenga. Hace tiempo que ha puesto a otra persona en mi lugar. Él sabrá por qué…
—¿Pero seguiremos viéndole sentado al piano de ‘Cine de barrio’?
—Si él quiere seguir llamándome, ¡aquí estoy!
—De sus palabras puede desprenderse que no está seguro de su continuidad en ese programa…
—La verdad es que nunca supe por qué Parada dejó de llamarme. No sé si contará conmigo para más ocasiones.
—¿Es difícil trabajar con él?
—Yo le conozco desde el año 1988. Hemos trabajado con mucho éxito en programas de radio y televisión. Los dos tenemos mucho carácter y somos diametralmente opuestos. Tal vez ahí radique nuestro éxito. Hemos generado una química a la que España ha dicho sí. El problema está en que quien quiere trabajar al lado de Parada tiene que saber muy claramente lo que él quiere de uno y limitarse a eso. Yo enseguida lo capté y por eso hasta ahora nos había ido bien. Si no tienes paciencia y no sabes el papel que él quiere ocupar, puede resultar difícil trabajar con él.
—¿Pero qué es lo que hay que captar de Parada?
—Lo dicho: paciencia. Si quieres chupar cámara o quitarle protagonismo, las cosas no van bien.
—¿Usted alguna vez intentó robarle protagonismo?
—¡Por favor! Yo nunca intenté robarle protagonismo. Yo no me elevé, ¡me elevó el público!
—¿Qué es lo que más le gusta de José Manuel Parada?
—Su talento, sí…
—¿Y lo que menos le gusta?
—Me llaman la atención sus repentinos cambios de humor y de actitud. Puede ser una persona encantadora cuando quiere, pero…
—¿Qué balance hace después de todos estos años trabajando a su lado?
—Siempre trataré de recordar nuestros buenos momentos. Los malos ya pasaron. Quiero ser honesto, no malvado.
—Después de lo que se ha dicho, rumoreado y publicado, la verdad, Pablo: ¿qué marca el termómetro de vuestra relación?
—Por mi parte no ha cambiado nada. Yo estoy ampliando mis horizontes, como él hizo en su momento… La única relación que ha existido entre José Manuel Parada y yo ha sido meramente profesional… Media España ha pensado que éramos pareja, y ante mi asombro, me lo han preguntado muchas veces, pero la única relación que ha existido entre nosotros ha sido artística. (Se pone a cantar:) Y eso, con la mano sobre el Evangelio, te lo juro yo…